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La guerra de Isla David (David Island War) fue un conflicto bélico, el único serio de la X Era Internacional, que enfrentó al débil Principado de David con el Principado de Adrián, un Estado Federal al alza que pretendía demostrar su poder militar ante el panorama internacional.

La República de Lucas vio en el conflicto una oportunidad para recuperar la soberanía sobre Lagrange, una ciudad que ya había poseído tras la Guerra Silenciosa de finalidor del año 8. El gobierno de Kylian Flint aprovechó la ocasión para organizar una invasión silenciosa, la «Marcha pacífica», sobre la ciudad y sus alrededores.

Tras varios días de tensión en la zona, en los que el Principado de David se pensó seriamente invadir y recuperar la ciudad de Lagrange, el día 14 de veranés la población davidiana rechazó en referéndum declarar la guerra a los lucasinos. Contando con esta información, la República de Lucas, en una de las acciones más indignas de la historia reciente, aceptó repartirse Isla David con el Principado de Adrián, siendo aún más indigna la aceptación del trato por parte de un supuesto aliado davidiano. Escandalizada, la Alicom retiró rápidamente su apoyo al Principado de Adrián, que tomó la determinación de ganar la guerra «a cualquier coste» para demostrar su fortaleza internacional.

Tras una firma obligada de la paz con la República de Lucas, el Principado de David declaró la guerra al Principado de Adrián el día 18. El Asedio de Gaboa, una de las batallas más sangrientas de la historia reciente, comenzó ese día y terminó el 3 de ingridiano, tras decenas de miles de muertos y miles de millones de áilares en daños materiales. La capital davidiana, Obuccine, también se vio afectada por la guerra, pero gracias a la ayuda de la República de Lucas y de su gran general Vlad Plyzek, el Principado de David logró conservarla.

Cansada de que la guerra se hiciese interminable en una Era Internacional más que mermada, el 15 de ingridiano la Alidaim forzó la firma de la paz entre los contendientes mediante el Tratado de Gaboa. En la actualidad, Isla David continúa dividida en los territorios de tres estados: República de Lucas, Principado de David y Principado de Adrián. El Tratado de Gaboa incluía una tregua «indefinida», por lo que serán los estados involucrados y las presiones de sus aliados los responsables de alargarla o de acortarla.

Antecedentes y causas del conflicto

La X Era Internacional, debido a los planes de austeridad de la República de David, se vio limitada a ciertas reuniones los yeradays y pocos días más: incluso su fiesta estatal, el 28 de veranés, tuvo que ser retrasada al día 31. Pero los problemas de agenda eran únicamente irikenses, y así se demostró en la Guerra de Isla David.

El final de la Guerra Silenciosa trajo grandes beneficios a la República de Lucas. Había invadido y conquistado un estado por completo por primera vez en su historia, pero la alegría le iba a durar poco: lo que tardó en estallar la Guerra Yera-lucasina, que pese a terminar de forma relativamente beneficiosa para el estado -el 29 de paulimarino del año 8, con la firma de la Resolución 11 del Consejo General-, le dejó sin armada, al borde de la quiebra y con su ejército tremendamente mermado.

El 25 de tanyano del año 9, recién estrenada la IX Era Internacional, el Imperio de Pelayo invadía y conquistaba el sur de Isla David, tomando Gaboa primero y Obuccine el día 29. La crisis yerayana pausó la guerra cuando el Imperio de Pelayo se disponía a atacar también Lagrange, mucho más leal a la República de Lucas que las otras dos ciudades. La posterior Operación Pandora añadió a un contendiente más a la reyerta; el Principado de Adrián. Y los atentados del 26 de veranés en la República de David casi cerraron la era.

La República de Lucas terminaría de meterse en otro conflicto poco después; la Segunda Guerra de Svvola. El Alto Mando Lucasino ordenó bombardear Pustedoor, la capital del Imperio de Izan, con un poderoso misil Iskander adquirido a la República de Enol durante el año 8. El 10 de sarino, tras haber perdido la confianza de sus aliados y haber sido reprobada por la Alidaim, la República de Lucas, que ya había perdido la soberanía sobre sus territorios de Isla Nueva, observó con resignación cómo el Imperio de Pelayo preparaba una nueva invasión a Lagrange, por entonces en su poder. La situación en la RLU era tan desastrosa que hubieran sido totalmente incapaces de frenar el ataque del poderoso Ejército Pelayés, pero la Alidaim volvió a interceder en su favor y logró la firma del Tratado de Obuccine, que supuso la independencia del Principado de David de nuevo y la retirada de República de Lucas e Imperio de Pelayo de la zona. La alcaldía de Lagrange, sin embargo, siguió en manos de un acérrimo pro-lucasino: Albert Winchester.

La X Era Internacional empezó, como la República de David esperaba, con el inicio de la Copa Mundial de Fútbol '16, celebrada en el Imperio de Amanda. El fútbol tomaba un protagonismo exagerado, y la República de Lucas, que a principios de veranés rechazaba el ingreso en la Alicom, optó por distraer la atención invadiendo por sorpresa la zona norte de Isla David, en una operación poco planeada que tenía como objetivo recuperar la soberanía sobre la ciudad de Lagrange, «y ni un centímetro cuadrado más», como aseveró Kylian Flint.

Desarrollo de la contienda

Primera fase

El día 7 de veranés del año 10, un enorme grupo de barcos lucasinos -civiles y militares- hacían desembarcar cerca del pantano de Goretzka -en la costa noroeste de Isla David- a cerca de 45 000 soldados y casi 100 000 civiles, casi todos voluntarios venidos de Cínarot. La Federación de los Estados Unidos no protestó, pero sí autorizó al Principado de Adrián, enemigo íntimo de la República de Lucas por aquel entonces, a enviar a 40 000 soldados de élite a ayudar a su supuesto aliado, el Principado de David.

A ojos de la comunidad internacional, poco tenía que temer el Principado de David. Los civiles lucasinos eran una inmensa mayoría, y llamaron a su campaña la «Marcha Pacífica». Motorizados y a buen ritmo, la vanguardia de la Marcha Pacífica alcanzó Lagrange el día 8 por la tarde, donde fueron recibidos entre vítores y aclamaciones. El general Vlad Plyzek había ordenado a los militares lucasinos acelerar, enterado como estaba del plan adrianés de conquistar Lagrange llegando antes a la ciudad. Al día siguiente, con la Alidaim y la Alicom observando muy atentamente, las tropas lucasinas permiten el acceso a Lagrange de 30 000 soldados adrianeses y 41 500 davidianos. Tras varias conversaciones entre sus comandantes y el alcalde y los concejales de la ciudad, todos de signo pro-lucasino, las tropas atacantes decidieron retirarse.

El día 11, las presiones sobre el gobierno de la República de David para que terminase con el conflicto y con la tensión antes de que hubiera que lamentar víctimas civiles se incrementaron. Contrariada, la gobernadora Saray Gómez afirmó al Eiaver que «no es intención del Gobierno Irikense inmiscuirse en asuntos adrianeses». Esto dejaba a entender que la RDV no frenaría los intereses adrianeses, pero que tampoco los apoyaría: muchos Estados Federales solicitaron al Congreso Federal el permiso para ayudar al Principado de Adrián. El Principado de Paula y el Principado de Aurora, además del Principado de Adriana, incluso advirtieron a la Alidaim: en caso de guerra, no dudarían en apoyar al Principado de Adrián. Al día siguiente, el Principado de Yenay se suma a la iniciativa pro-adrianesa impulsada desde el Principado de Paula. Asustados, lucasinos e irikenses se reunieron a toda prisa para tratar de evitar un derramamiento de sangre que empañase las reputaciones de ambos estados. La Secretaria de Seguridad Nacional federal, Saara Joukani, viajó el auroday 13 a Lagrange para reunirse con los principales responsables de la confrontación: el alcalde pro-lucasino Albert Winchester y el presidente nacionalista del Principado de David, Petr Klopp. Klopp, previamente reacio a cualquier negociación, acepta la propuesta de Joukani; la celebración de un referéndum en todo el Principado de David que sondease a la población acerca de una guerra contra la República de Lucas. Los analistas irikenses acertaron, y todas las provincias del pequeño estado rechazaron el conflicto, ante la sorpresa del propio Klopp y del príncipe David.

El «ridículo mundial»

Si a un estado no le gustó la decisión de los ciudadanos de Isla David de rechazar el conflicto, fue al Principado de Adrián. El estado sabía que podía sacar provecho de una situación de guerra, tras haber modernizado tanto su ejército como su equipamiento y haber contratado a la Compañía Azul, un grande y experimentado grupo de mercenarios de élite. El gobierno adrianés, con el gobernador Alan Watson al frente, optó por romper sigilosamente sus relaciones con el Principado de David y empezar a negociar en secreto con la República de Lucas un reparto de la isla. Sorprendentemente, los lucasinos aceptaron el trato tras una petición expresa del presidente Lucas, pese a que a Kylian Flint no le agradaba la situación.

El día 15, todo quedó al descubierto tras las investigaciones del Eiaver: la trama de reuniones secretas y de pactos a espaldas de la población davidiana. La Alicom, liderada por el Principado de Helena, retira de inmediato su apoyo al Principado de Adrián y critica sus métodos con vehemencia. Su presidente, George Palmer, cancela su viaje a Adri y en un discurso posterior incluso amenaza con una hipotética ayuda al Principado de David, amenaza que nunca llegó a cumplirse. En Obuccine, donde se enteran de la traición por la mañana, expulsan a las pocas tropas adrianesas que quedaban en la capital y en Gaboa, y se empieza a preparar las defensas de las dos ciudades. Sin embargo, en Lagrange los soldados davidianos -una minoría comparada con la gran cantidad de tropas extranjeras en la ciudad- son obligados a rendirse o morir, logrando muchos de ellos huir hacia la capital.

Observando el error que había supuesto pactar con el Principado de Adrián a espaldas de la comunidad internacional, la República de Lucas pide públicamente disculpas al Principado de David. Los davidianos, superados en número por los soldados extranjeros en sus territorios, se ven obligados a negociar la cesión de la provincia de Lagrange a Lublin, a cambio de la firma de la paz entre RLU y PDA en el Tratado de Lagrange. A partir del día 16, las tropas lucasinas cambiaron de facto de bando, convirtiendo al Principado de David en el primer país de la historia en cambiar de bando en una guerra sobre su propio territorio.

Segunda fase

Si en la primera fase de la guerra esta se había limitado a reuniones secretas y pactos, sin llegar al derramamiento de sangre pero con una tensión que recordaba a épocas pasadas, la segunda fase de la contienda iba a ser todo lo contrario. Los bandos ya estaban bien configurados, y todos los estados sondeados por los contendientes -Ducado de Hugo, Reino de Rodrigo, Principado de Pablo...- habían rechazado participar en la guerra.

El Principado de Adrián se había visto de nuevo contrariado. Desoyendo los consejos del Estado Mayor federal, el general adrianés Andrey Petersen optó por ordenar la captura de Gaboa, la mayor de todas las ciudades davidianas al sur de Obuccine. Prevenidos, los gabotarras iniciaron de inmediato la construcción de las defensas de su ciudad. Así, la «Muralla de Gaboa», un entramado de minas, verjas electrificadas y barricadas recibiría al inmenso contingente de soldados invasores. La Federación había rechazado prestar ayuda aérea al Principado de Adrián, pero la CEINAGE, liderada por Jake Garbo, sí ayudaría con sus satélites a las fuerzas adrianesas. El día 18 comenzó el Asedio de Gaboa, la primera de las dos únicas batallas de la contienda y también la más larga. Unos 75 000 soldados adrianeses, ayudados por los 40 000 milicianos de la Compañía Azul, luchaban contra unos 34 000 soldados y los 80 000 civiles que se habían negado a abandonar su ciudad. Efectivos de la Alicom y de la Alidaim colaboraban en acciones humanitarias, ayudando a todo aquel que lo desease a abandonar la ciudad. Unas 16 600 personas, la mayoría mujeres y niños, lo hicieron por esta vía, y muchos otros, temiendo consecuencias políticas, lo hicieron de incógnito. Veintidós hombres y seis mujeres murieron por disparos de la Compañía Azul o del Ejército Adrianés tratando de hacerlo en los días posteriores al inicio del asedio. Pero la guerra se complicaría aún más a partir de ahora.

Gaboa: la resistencia como consigna

La Compañía Azul, a la que el general adrianés Andrey Petersen había conferido el mando de la vanguardia, solo poseía unidades de infantería. Esto empezó a notarse durante el día 19 de veranés, ya que solo los francotiradores y varios disparos de misiles lograron hacer mella en las tropas defensoras. El poderoso cercado sobre Gaboa obligó a los capitanes adrianeses a ser creativos: sobre una grúa blindada fue instalado un taladro de una excavadora de túneles, y posteriormente se la envió hacia el vallado exterior de la ciudad. La maniobra fracasó cuando un soldado davidiano logró disparar un proyectil con un lanzacohetes hacia la parte baja del automóvil: este salió despedido hacia arriba, causando con su caída la muerte a los cuatro soldados que lo tripulaban y a otros dos que iban detrás. El soldado davidiano murió tras un disparo de un francotirador de la Compañía Azul. En total, solo el día 19 la amplia cobertura de la prensa federal e internacional contabilizó 744 muertos por parte de los atacantes y 540 por parte de los defensores.

Durante los días 20 y 21, la situación en Gaboa se agravó. El día 20 el Principado de Adrián decidió retirar unos diecisiete mil soldados de la retaguardia para enviarlos a atacar Obuccine, en una acción que resultaría tan determinante como catastrófica para la ciudad de Gaboa. En la tarde del día 21, miles de personas se concentran en las principales ciudades adrianesas pidiendo el fin de la guerra, pero son ignoradas por el gobierno estatal. Gaboa estaba aislada y la toma del aeropuerto de Obuccine el día 20 terminó por debilitar tremendamente a la resistencia, que pensó seriamente en rendirse. Sin embargo, el día 22 el ayuntamiento de Lagrange -controlada por la República de Lucas- aprobó por unanimidad el envío de armas y suministros a la ciudad davidiana.

En la tarde del día 23, un grupo desconocido de 45 aviones, escoltado por varios cazas y por dos bombarderos, provoca decenas de víctimas en un ataque sorpresa al cerco adrianés de Gaboa. Con la confusión posterior -ni siquiera la prensa federal logró identificar la bandera de los atacantes, medio sol color miel sobre un fondo verdoso-, diez de esos aviones pudieron aterrizar con toneladas de agua y alimentos en el aeropuerto de Gaboa. La estupefacción entre las tropas defensoras era similar a la de las atacantes: los soldados, que no dijeron media palabra, descargaron los suministros, rechazaron el pago y remontaron el vuelo. El Principado de Adrián fue incapaz de identificar a los agresores. La República de Lucas, sin pruebas[1], acusa[2] al Reino de Noelia[3] de estar detrás de la operación. La CEINAGE afirmó igualmente desconocer la autoría del ataque[4], y este quedó impune ante la comunidad internacional[5]. El caso es que los llamados «Salvadores de Gaboa» proporcionaron suministros esenciales, ya que la ciudad empezaba a quedarse sin agua.

El día 25, los adrianeses por fin consiguen abrir una brecha en el entramado defensivo de Gaboa. En la acción son repelidos por la gran resistencia local, pero mueren en la acción 766 soldados del PAD, 660 davidianos y 1 582 civiles a causa de los bombardeos. Durante el día 26, la situación se igualó, pero ambos bandos perdieron cerca de medio centenar de hombres a causa de las granadas y los misiles lanzados a ambos lados de la muralla. Cansados de aquella situación, el Alto Mando Adrianés dirigido por el general Andrey Petersen ordenó el asalto frontal sobre Gaboa, ordenando a todas sus tropas en Isla David atacar la ciudad.

Obuccine (20 al 28 de veranés: un desastre inútil)

El Principado de Adrián estaba al tanto de la vulnerable posición en la que había quedado la capital davidiana, Obuccine, tras el envío masivo de soldados a Gaboa por parte del gobierno del PDA. Quizá de forma algo tardía, el general Petersen acata la orden del príncipe Adrián de atacar con 17 155 soldados la capital estatal. Lo que desconocían era que la República de Lucas, en secreto, había mandado a 17 630 combatientes al mando del gran Vlad Plyzek para establecer un perímetro de seguridad en torno a la ciudad.

Los soldados adrianeses lograron tomar el aeropuerto de la capital el día 20, perdiendo 566 soldados en la acción por apenas 212 bajas lucasinas y 79 davidianas. La pérdida innecesaria de tantas vidas se debió a la sólida defensa organizada por las tropas del Principado de David, la ayuda local y ciudadana -17 de los 79 muertos del PDA fueron civiles- y los escasos suministros del Ejército Adrianés. Para colmo de males adrianos, el día 22 el general lucasino Vlad Plyzek ordenó armar a la milicia local, repartiéndose 120 000 fusiles y más de 300 000 pistolas entre los ciudadanos de Obuccine. Con la población de la ciudad armada y contra el invasor, los soldados adrianeses empiezan a verse sobrepasados. La operación de Plyzek termina por encerrar a los adrianeses en el barrio de Feluij, uno de los más pobres de Obuccine. En Feluij los adrianeses comienzan a excavar trincheras mientras esperan refuerzos, conscientes de que no podrían ganar una batalla en tan amplia inferioridad.

En apenas dos días, los soldados adrianeses atrincherados en Feluij pierden a 1 257 efectivos, en su mayor parte por los bombardeos de las tropas locales. Las pérdidas de los defensores eran algo mayores -655 soldados lucasinos, 319 soldados davidianos y 634 civiles-, pero la situación para los adrianeses era cada vez más crítica. La Compañía Azul se ofreció a auxiliarles, pero su propuesta fue denegada. Totalmente encerrados, los soldados adrianeses solo podían resistir. Y lo hicieron de forma heroica: el día 26 intentaron romper el cerco que les mantenía aislados, pero después de perder a sus últimos tanques y a 1 872 soldados, se vieron forzados a replegarse a Feluij. Los defensores de Obuccine habían perdido muchos más hombres: 545 soldados davidianos, 2 241 lucasinos y 3 579 civiles murieron defendiendo el perímetro sobre los invasores. Finalmente, el día 27 los soldados adrianeses recibieron la más triste de las noticias: no serían reforzados, y su alto mando les ordenaba retirarse a Gaboa para la "ofensiva final". Ya no podrían hacerlo, y al día siguiente 8 211 soldados se rinden ante el general lucasino Vlad Plyzek, que les concede misericordia: les detiene y les envía a Lublin. La mayoría serían absueltos, y al final de la X Era Internacional solo quedarían unos 240 en cárceles lucasinas.

El asalto final a Gaboa

A las 12:05 del día 28 de veranés, la artillería adrianesa comenzó a abrir fuego sobre las cuatro entradas orientales de Gaboa. Dos de ellas cedieron, pero las otras resistieron, causando entre las dos 3 779 bajas militares -varias decenas de soldados fueron capturados heridos- y la destrucción de varios tanques ligeros. Cuatro tanques pesados M1 fueron capturados por tropas del Principado de David. En las dos entradas capturadas, las bajas de los atacantes se cifraron en 1 895 soldados muertos y 2 260 heridos.

La tenacidad de la Compañía Azul, reflejada en su resistencia en la retaguardia, se trasladó a la primera línea de batalla: acompañados por los tanques, ocuparon rápidamente tres barrios de Gaboa, causando cientos de víctimas civiles y arriesgando a menudo sus vidas para eliminar la resistencia de los ciudadanos. Los policías davidianos defendieron con tesón el cuartel de la urbe, pero terminó siendo bombardeado y destruido. También lo fueron el departamento de bomberos y el estadio municipal, donde se armaba a la población civil.

A las 23:55 la ciudad estaba dividida en dos y parecía evidente que la noche iba a ser conflictiva. La lucha en el interior de la ciudad dejó una cifra de víctimas tan grande que solo pudo ser contabilizada una vez terminado el conflicto: durante el día 28 fueron 4 816 soldados adrianeses muertos, 6 792 soldados davidianos y casi 4 400 civiles, muchos de ellos desaparecidos aún hoy.

Entre los días 29 y 30 de un mes especialmente intenso, las bajas se incrementan. 7 255 soldados pierden los atacantes -la mayoría de la Compañía Azul- y más de 5 000 militares davidianos fallecen tratando de defender el ayuntamiento y sus alrededores. Finalmente fue capturado por los asaltantes. Lo que más escandalizó a la comunidad internacional fue el elevado número de víctimas civiles, rondando en dos días la escalofriante cifra de 20 000 muertos. El éxodo de la ciudad a partir del día 30 fue incontenible, viendo los habitantes de Gaboa que su ciudad estaba perdida. Gaboa pasó de 157 801 habitantes antes de la guerra a menos de 24 000 después de ella.

El general lucasino Vlad Plyzek intentó alcanzar Gaboa para socorrerla, pero el día 31 sufrió un problema en su línea de suministros que le obligó a detenerse durante dos días clave. El día 2 de ingridiano, los cuatro concejales que habían sobrevivido al asedio -tanto el alcalde como muchos de ellos murieron en varios enfrentamientos-, abandonaron la ciudad por la única entrada que aún controlaban los defensores. A las 10:20 del día 3, un grupo de soldados de la Compañía Azul entró en el ayuntamiento, retiró la bandera davidiana y la sustituyó por una de la propia compañía, contradiciendo las órdenes del Alto Mando Adrianés de colocar únicamente la bandera del PAD[6]. Las autoridades federales denegaron al Principado de Adrián el permiso para colocar en Gaboa la bandera de la Federación: Lander Fernández consideraba «absurda» la campaña y creía que «se había autorizado en contra de los propios intereses de la Alidaim, que busca la paz internacional». El PAD iba a ser el único estado responsable de pagar los costes de las indemnizaciones a las familias de los soldados fallecidos, así como de pagar los costes de reconstrucción de Gaboa.

El día 15, tras varios días de incertidumbre que incluyeron el ridículo de la Federación con la solicitud adrianesa de ser reconocido como "Imperio", se firma de forma definitiva la paz en la guerra de Isla David. Tras miles de muertos, las presiones de la Federación y la Alicom hacen que el gobernador Alan Watson y el Príncipe David firmen la concesión "temporal" de Gaboa al Principado de Adrián, pero todo apuntaba a que la situación no quedaría así. Ni adrianeses ni davidianos estaban satisfechos con el tratado, auspiciado por Michael West y Lander Fernández. La guerra podría haberse detenido, pero quedaría mucho hasta que la situación estuviera del todo resuelta.

Consecuencias del conflicto

Isla David tras la guerra

Consecuencias políticas

Isla David quedó dividida en tres estados. Si bien solo la República de Lucas logró arrebatar al Principado de David un pedazo de su costa -toda la provincia de Lagrange quedó bajo su control-, el estado insular perdió a dos de sus tres mayores ciudades. El Principado de David continuó sin poder acceder a la Alidaim, pero se ganó la simpatía de la Alicom y de otros organismos internacionales como la ONLC o la Unión de Svvola, que apoyaron con sus declaraciones al Principado de David en la guerra. El Principado de Adrián, candidato a acceder a la Alicom, perdió galones en esa demanda y tendría que esperar hasta el año 11 para tener alguna posibilidad de acceder a dicha alianza.

La República de Lucas tampoco salió muy beneficiada en el ámbito internacional del final de la contienda. Su cambio de bando, pese a no ser únicamente responsabilidad suya, fue ampliamente criticado en los foros internacionales. El G-8 fue uno de los más vehementes en sus medidas, ya que aprobó un embargo armamentístico a los tres estados implicados en la contienda.

Consecuencias demográficas

En edición.

  1. Basándose en una suposición del presidente Lucas.
  2. Para sorpresa de la comunidad internacional, Lublin decide filtrar sus sospechas al Principado de Adrián.
  3. Los colores y la forma de la bandera vista sobre los aviones -medio sol color miel sobre un fondo verdoso- eran similares a los de la nueva bandera del Reino de Noelia.
  4. Según la prensa federal, era poco probable que la CEINAGE realmente desconociera quiénes eran los atacantes.
  5. La Alidaim afirmó, por medio de su presidente Michael West, que «las imágenes no son concluyentes y no constituyen prueba suficiente para achacar la autoría del ataque a un estado».
  6. Fuentes cercanas a la Compañía Azul afirmaron al Eiaver que este acto fue una protesta informal de la compañía, que se había sentido abocada al desastre por muchas decisiones adrianesas.
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